Me gusta ir atrás

|
Me voy a tirar.
Desde la poca luz, desde el piso negro y anacrónico, frío, voy a mirar cómo me voy a tirar.
Voy a caminar no tan lento hasta afuera. Sentir las baldosas que no van a estar tan calientes, va, no van a estar calientes sino tibias, como la tarde, y voy a correr hasta suspenderme en el aire. Los pájaros y los helicópteros lo van a ver como un video o algo de la tele.
Voy a estar con la malla corta, que me va a hacer sentir cómodo pero no voy a querer que se me pare porque es muy corta, aunque voy a pensar que voy a estar sólo por un rato largo. Corriendo lento desde el piso rosa, suave, de la baldosa, me voy a elevar en el aire. Y los helicópteros y los pájaros me van a ver recto, acostado en el aire, flotando como ellos, con una malla naranja. Después voy a penetrar la concha que es el agua, con la pija que voy a ser yo. Toda una estela de esferas blancas me van a rodear, cada vez menos insistentes. Nada más que una suerte de explosión en mis brazos que van a ser y hacer la misma penetración –el mismo agujero de concha por el que voy a entrar al agua- que el torso, las caderas y los pies. Todo lo demás va a estar calmo hasta que vaya a salir negra, brillante, parecida a la piel de una foca, en la otra punta de la pileta, mi cabeza.
Voy a salir.
Me voy a esforzar como una escultura dorada, poniéndome así y asá, torciendo los músculos, alzando mis piernas, para salir por la parte profunda de la pileta. Me voy a volver un gigante que va a salir de un agujero en la tierra que de casualidad va a tener agua. El agua va a caer brillante por las rutas de mi cuerpo. Voy a mirar hacia arriba y el sol va a terminar de forjar la obra de arte o de vida o lo que sea que voy a ser yo. Voy a estar terminado, algún par de segundos, dorado, como un dios o un recuerdo de algún pájaro.
El viento se va a levantar, pero no se va a levantar sino que va a volar a la altura de las reposeras, las copas de los árboles y por donde van a volar los pájaros más débiles, y me va a chocar, me va a sentir que no soy inmortal y voy a tener frío. Voy a dudar, pero mis tetillas ya van a estar seguras de lo que les va a estar pasando así que voy a caminar hacia el tender, a ver si va a haber una toalla seca. No va a haber. Va a levantarse más viento. Voy a tener un frío inesperado. Voy a ver al gato en el techo de mi casa, el contorno de su perfil blanco y negro, va a girar la cabeza y nos vamos a mirar a los ojos. Vamos a saber (aunque ya íbamos a saber; lo que vamos a hacer es poner en práctica –sentir- lo que íbamos a saber) que nada nos separa. Vamos a sentir el espacio entre nosotros (una pileta y unos metros para arriba de por medio) igual al espacio que hay entre todas las cosas. Nada nos va a separar porque nunca nada va a juntar a nada. Dos cosas nunca van a estar juntas. Vamos a estar juntos. Igual de separados que con todo lo demás (y todo va a ser Todo).

El sol se va a ir.
El sol no se va a ir.
Las nubes van a llegar, gordas, sin melodía, a tapar el sol. Voy a poder mirar el sol a los ojos y decirle que no. Va a tratar de escaparse de las sonrientes de algodón que lo van a arropar entre sus acolchados blancos, azules y grisáceos. Voy a caminar por las baldosas ya casi ni tibias. Voy a verme más marrón, más difuso y voy a pensar que en realidad ya no caen gotas más que de mi pelo. Voy a estar seco y suave. Mi mano va a bajar sola –las manos no bajan: las manos van, buscan, llegan donde sea- y va a sentir la tela de la malla, húmeda y con agujeritos. Va a agarrarme la verga y la va a sentir primero fría, después suave pero nada floja, y antes de seguir explorando va a tirar la piel para atrás y en ese instante voy a cerrar el culo. La pija va a tener un leve espasmo. Va a estar lista para pararse, para ser pajeada y para acabar no tan dura.
-Me espera mi imaginación en la cama. Me esperan mis conocidas más hermosas. Me esperan orgías de sangre.
Voy a ir caminando o flotando, no lo voy a saber y va a dar igual, diciéndole eso a las paredes, a mi perro o a mí mismo (¿se va a poder hablar solo?) hasta que de pronto voy a aparecer en mi cama, para desaparecer hecho partículas de esperma por el aire, con un libro de Enard al lado de mi hombro tembloroso. La mano derecha va a tener su boca y sus ojos abiertos (a pesar de que mis ojos van a estar cocidos y mi boca trabada) porque le va a caer desde el cielo una serpiente hirviendo de semen blanco y puro.