Año Sueño

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No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Fernando Pessoa (Tabaquería)





You came to me
In my dreams
And you spoke of everything
Sweeter than the days that I was breathing

El Culo de Sofía

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"-Te enconchaste, negra -dijo Guille con cara de nada cuando Nelly colgó el teléfono.
-Me enculé, que no es lo mismo -respondió enfadada. Me voy a hacer las compras.
Y no era lo mismo, salvadas sean las partes, pero ella lo decía de puro enculada nomás que estaba. La pelea con la madre -so distinguimos la terminología- era en su origen enconchada como cualquier pelea en la que está en discusión el padre, pero bastaba el indiscreto apunte de Guille -te enconchaste, negra-, sumado a la necesidad de hacer las compras -¿no podía ir él?- para que un ingrediente catalizador entrara en juego y el enconche pasara a encule: ahora era el mundo. Pero ella no sabía eso; de saberlo se habría vuelto a enconchar por contradecir nada más."

Siempre sospeché que Dios era un Culo. Ahí, excitado, en Dios, en el Culo, todo confluiría. Cuando, en el post anterior, decía lo que decía Sofía, tratando de, supongo, decirme otra cosa que lo que dijo en las dijeras de los digos digueando, yoyando, matando, yoyando y llorando, pensé en el Culo. En los Sueños y en el vaivén del culeo.

Como dice el que dice a través de Correa Luna en el texto citado, el enconche no es lo mismo que el encule. Mientras que la concha es individual al extremo -los culos son todos distintos, pero conchas... conchas no hay dos iguales-, es emocional en los sentidos -hay los que tienen miedo a sumergirse en lo que el mar trata de imitar desde el principio de los tiempos: el interior, oloroso, de distintas rugosidades, calores, mareas y vacíos de una concha; y las que temen entregarlo-. Y además, yendo a lo simple, mediocre y televisivo que me trae acá, que me llena el alma y me deja escribir, la concha la tienen sólo las personas que se dicen, que decimos, mujeres, y el Culo no.

El Culo lo tienen todos y todo. No solamente los nenes y las nenas, los animales y los bichos, los aparatos que defecan y el cielo con su agujero de hozono y el espacio con sus agujeros negros, sino, más aún -y de hecho sólo acá, si nos volvemos hiper televisivos... hiper reales- en las relaciones.

Sofía, muy de Culo, creo que cuando decía "Me olvidé, fui una olvidada y empecé a ser alguien que olvida. No me olvidé (...) Volví a amar. Fui alguien amando, en este año, como nunca fui en mi vida. Fui alguien llena de odio.", conociéndola, no es que dijera las cosas de manera compleja, ni que no dijera lo que, yoyando, estaba diciendo. Pero a mí, que la conozco tan poco y por eso sabe tanto de mí como yo de ella y ninguno de sí mismo, esto me disparó directamente a Dios, el Culo. Y la forma de manifestarse, como la de un humano es teniendo poder sobre su vida en tanto tiene poder sobre su muerte, es con el Culeo.

Para entender el año que tuvo Sofía -en realidad para entenderla y saber quererla más, hasta que me traiga el cupón de Ticketek para tirarnos porsin paracaídas-, le pregunté si era así, si el año no tenía que ver con la forma del Culeo. Y me dijo:

"Eso que va s a citar en el post, lo de olvidada, lo de amar y lo de amar de otra manera, no está tan lejos de tu idea pajera del culeo. Claro que el odio, estar llena de odio, puede ser rápidamente amalgamado con la idea de la entrada violenta al culo. A mí me gusta, pero todos creen que les miento cuando digo que enfermarme de todos los que, cerca o lejos, me rodean, lo disfruto. Lo mismo con la parte del olvido. La acabada, que entra como entró al que voy a olvidar, entera, caliente y pura, llena de verdad y de todo lo que quiero hasta el final de mis días, queda estancada, después, acostada en mi horizontalidad, como un olvido. Ya no está. Pero, y no por biologisista, estúpido, no se fue. No hay olvido. Es por tu idea de Dios y Culo y todo eso. La acabada está ahí, esperando reaccionar a mis movimientos y yo a partir de ella y entrar en una cadena, en una relación, de culeo interno".

Sin embargo, lo que me interesaba (conociendo el placer por no sentir placer, sobretodo en los demás, que Sofía y yo sentimos) era la parte del amor. Trillado y aburrido, no hizo falta, como nunca, que le preguntara nada para que hablara:

"Y vos, infantil, cuidadoso y lleno de tácticas... calculador... es más, si yo no fuera una cagona que no le tiene miedo a nada, te diría cagón... si, vos, que querés saber sin decirme qué relación tiene mi 'Volví a amar' con tu Culo, tu Dios y la Concha de tu hermana, que algún día voy a ser yo, te digo -con amor-: El amor ES, de hecho, un Culeo constante. Este año (yo hablaba de mi año) dejé de ver a una persona. Creo, digo, siendo Sofía, que, aunque sea en mí, el Amor se reveló en toda su infinitud, masacre y divinidad, hac ia esa persona, no durante los setecientos años que estuve con esa persona, sino en el último instante.

Como una pelota amarilla que, cuando está en lo más alto, está en lo más lento y al revés, el amor, cuando se destruye, se revela a sí mismo, se sincera, pasa a llamarse Amor: después de miles de eras de estar enamorado, cuando dejé de ver a ese hombre, lo amé realmente, por primera y última vez. No hay separación entre una y la otra. Y es más: como la pija que entra por última vez para acabar, distinta a todas las que me entraron tantas veces antes, arremete con la guasca en la punta, tiesa como el infierno, dolorosa en sus lugares y en los míos, el amor se revela único y final. No hubo amor antes ni después. Nunca más acabadas que me llenen.

Y lo más triste -terminó Sofía-, es que esa acabada final que nunca se repetirá, aparece, distinta y hermosa, en lo más alto del amor, con cada acabada que tuve antes y que voy a tener después."