La tostada de la novela

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Se sabe:
la felicidad se parece mucho a la angustia.

Pero
-aunque 'perear' sea el regalo de mis escamas a la nada
(y arruine nuestra relación)-
¿Qué pasa en el medio?
¿Qué pasa en el medio...
entre ddooss... momentos?

Momentos
que son eso: cuando las vías
y la espalda de la tierra torturada
se callan
el carro arañado para,
y no la lamparita: la vela en el casco se prende

y más...

A la cueva y universo de cielos, tierra y horizontes
de alquitrán (que somos)
la miro con mejillas quebradas
pestañas que son cárceles
cárceles protectoras
y sobre todo anteojos sin sol:

La felicidad, la angustia y el momento
además de quemarme hermanas
son el olvidar que la llama que ilumina el alquitrán,
que me pone anteojos negros
y encandila a los cuervos

ni siquiera es mortal: si la roza el viento
d e s a p a r e c e .

Entonces, Olivia:
las patillas me dejaron alquitrán derritiéndose como una lagaña espesa
negra, saliendo de mi escuchar
(alquimistas de la voz que crearon cera de muerto),
tratando de no caer
aferrándose como una lágrima a mi piel su acantilado.
Y el lente, hermoso en lo frío y sobrio
sin embargo
no me dejaba sentir cómo, cuando desaparece la luz de la angustia,
del amor; la felicidad -del amor-; o la llama el momento;
al fuego
lo veo en la oscuridad, cuando

solo y ciego

garúan plumas de alquitrán de la mina en la que habito
sobre mis párpados.

Así, de nuevo:
¿Qué pasa en el medio?
¿Qué pasa entre dos?

La oscuridad, la no-vela, el fuego como tacto y no-luz, el mientrastanto entre momento y momento
(urgente como la que sonríe afónica; rubia de querer bailar; piel cobriza de alcohol)
tiene el dibujo (las palmeras, un lunar, el mago) de tu nombre


Olivia.