Campaña 2009

|

(lo saqué de El Señor de Abajo)

Lo Sagrado (el cine, la pulpa, el antes y las conchas frutales)

|


Ayer, leyendo el renovado y coquetísimo blog pulposo, me encontré, además de con una hermosa concha frutal o fruta con gusto a concha, con un post que desde el título hace referencia al cine como ese lugar (uno de los últimos) al que le llegó el fin de lo sagrado. Después el post, que se divide en una mitad escrita por el blogger en cuestión (Jáuregui) y otra mitad que es una cita tomada de 2666 (Roberto Bolaño), pone sobre la mesa una serie de ideas acerca de la experiencia de ir al cine que me dejaron pensando.

El cine


No voy al cine. No me gusta; las películas que veo en cartelera por lo general (el 89%) me parecen una recontracagada (y confío en mi instinto femenino) . De hecho me cuesta el cine, la película. El film. Me aburre, me parece corto, que cree decir mucho y no dice nada, mucho medio (imagen, sonido, hasta tacto) al pedo. Sin embaaaargoooo... hay ciertas ideas que en un principio me tientan, pero en cuanto las pongo en palabras hacen ruido. La crítica que se le hace a la experiencia social, estética y hasta religiosa de ir al cine hoy en día, me parece que muchas veces no se sostiene sola (se sostiene con un "siiiiii" general y vacío, de artistas o pensadores o quisquillosos -como yo-, pero masas al fin).

En principio, y lo digo tanto por el post del que estoy hablando como por la mayoría de las bocas que escuché, me cuesta pensar (a pesar de que sé que hay que rescatar el espacio público y otros lugares comunes) cómo alguien puede ir a un cine, multicine, Hoyts o lo que sea y esperar tener un mínimo de experiencia artística, religiosa o emocionante ahí. Realmente ¿alguien cree que en uno de esos lugares va a tener un momento, va a entrar en una situación emocional extra-ordinaria por haber pagado quince pesos y tres dedos para entrar? ¿No es el hecho de haberse dejado romper el culo, en el mal sentido, por una entrada, por dos horas de película, que nos pone tan mal cuando un boludón come pochoclo al lado?

Uno de los argumentos, sino Él argumento más habitual, para justificar la decadencia de la experiencia-cine (lugar físico) se basa en la intolerancia a los imbéciles de los que hablé recién: los personajes que hablan, que comen, mascan, toman del vasote como succionando garompas finitas y largas, más ruidosas que un mate. Entiendo. Peeeero: ¿no será más sano, conveniente para todos y sobretodo para el que lo lleve a cabo, tratar de aplacar esa neurósis que hace no poder tolerar al idiota de al lado? Digo: si sabemos que el estúpido que nos tocó de acompañante no va a cambiar y si lo va a ser no va a pasar en ese mismo instante, viendo esa misma película, ¿por qué mejor no tratar de olvidarse que existe, que molesta? ¿O es una verdad objetiva e irrefutable que lo que llena del arte debe contemplarse en silencio, en soledad y con cara de garcha? ¿Desde cuándo?

Personalmente, las experiencias artísticas o específicamente de cine (película) más abrumadoras y finales que tuve, fueron en muchas y variadas formas y colores: en la escuela, rodeado de gritos, golpes y culos para distraerse (Requiem Por un Sueño, La Naranja Mecánica, Pi) ; en una tele chiquita, charlando sin parar con mi acompañante mientras veíamos (INLAND EMPIRE); en un cine rodeado de pendejos gritones y babosos se me partió el corazón (El Rey León); en una función de vacaciones, con pochoclos volando por todos lados (El Exorcista, director's cut, Matrix); etc.


El cine de antes


Por otro lado, y quizás es el punto más flojo de la crítica hacia la experiencia-cine (porque es el patrón que se repite en un tipo de crítica que creo siempre malo y dañino, o inservible y estéril en el mejor de los casos) es la vuelta al pasado. La mirada romántica, pero que desde esta pospos-no-sé-qué que estamos viviendo se vuelve vacía y esterotipo de contracultura, a "los cines de antes".

Se dice que en los cines de antes el espacio físico era más acogedor, la gente era más silenciosa, se quedaban hasta que terminaran los títulos, aplaudían, había un telón rojo re místico, una sensación de soledad en el estómago oscuro de la sala, un abismo, un vértigo antes del inicio de la peli y otros tantos ingredientes que hacían de la experiencia-cine algo sagrado y hasta religioso. Lo Sacro.

No es que me guste llevar la contra. Pero.


Conchas frutales o frutas con gusto a concha


Primero, nunca supe bien de qué "cines de antes" me hablan porque desde que tengo memoria ir al cine es una mierda, porque la gente, el ruido, todas excepto un par de butacas en el medio y tantas otras cosas más son una mierda. Además, que yo sepa, en los cines de aaaaantes (si vamos a darle algún tipo de importancia a esa palabrita) se podía comer, hablar, tomar y hasta fumar.

Segundo, para entender el hecho de que la gente sea menos silenciosa hoy día, a pesar de que sabemos casi objetivamente que es porque la mayoría de nosotr@s somos más mon@s que otra cosa, creo que hay que ver también un aval del cine como lugar que plantea códigos, los lleva a cabo y de hecho los obliga ya que cualquier cosa "se llama a seguridad". O sea: que la gente tome, coma, hable, etc., es un hecho contemplado y estimulado por el mismo cine. Es como ir a la playa y ser de esas bianudas resentidas hijas de puta que creen malo que una gorda se clave una tanga blanca.

Tercero, el telón rojo de pana, las butacas de madera, el olor a viejo, los ventiladores y toda esa parafernalia fetichista, aburrida, deprimente y retrógrada ya no tienen ni siquiera el valor simbólico que se supone. ¿Un telón rojo es tan estimulante? De vuelta lo mismo de antes: creo que mejor que pretender volver a tener cines como antes, por qué mejor no aprender a ver la poesía de los lugares en nuevos elementos. De paso se usa el cerebro y los sentimientos que se disparan de él un poco más ¿no?

Cuarto, la cuestión humana. Que la gente aplaudía antes. Está bien, es lindo, un buen gesto, pero no pasa nada si ya no se hace. No es que la gente se odia más o menos por eso, que el director se sienta obviado (jajajajajajajajajaja) o que haya menos comunión entre las personas. De hecho, y también un argumento para la cuestión humana de cine de antes vs. cine de ahora, dicen que antes la gente se quedaba como pasmada en el asiento y ahora se va corriendo. No sé, pero supongo que los dos hechos son costumbres y poco más. El que se queda pegado se sigue quedando pegado adentro o afuera del cine; y en mi caso, que me pasa adentro, justamente me es imposible aplaudir cuando me gustó la película. Es como cortar el cable y de pronto tener un contacto sin motivo con el que proyecta la película o el que vende la Pepsi. Porque sino ¿para quién?


La pulpa es el arte


Por último, el fragmento de 2666 que se posteó en Pulpa de Todo, creo yo, no es más que un trozo de texto genial, con el que me siento 100% identificado, ancho y carnoso, pero por un hecho que no traté y que tiene que ver con muchas otras cosas más que con la experiencia-cine: ese fragmento es parte de una obra literaria autosuficiente y que, por encima de todo, es arte. No es sólo una opinión, una crítica, una voz. Es un conjunto de momentos. Como dice Bourriaud: un punto en una línea.

Mysteries of Love (Te falta un poco de esto)

|

No estás completamente inventada

Te falta algo, te falta amor

Te falta ser como son los soldados

Que mueren juntos

al frente (amor)


Sabores Subterráneos I (experiencia gourmet)

|

Buenas tardes. Buen after office.

Los Fragmentos presentará desde hoy, a lo largo de su existencia, mini-posts intercalados, exclusivos para el buen gourmet. No serán recetas ni consejos culinarios. Lo que el blog ofrecerá al complejísimo y sumamente artístico mundo de la haute cuisine, serán una serie de lo que se denominarán sabores subterráneos. El conocer la otra cara de una misma moneda que es ese sabor subterráneo de una comida, verdura, pieza o fruta que uno conoce, servirá a la estricta, muy estricta, estristísima y laboriososísisisima tarea de cocinar.

Ferdinanda Saki Pessoa Grey Newsom de Beauvoir -chef y gourmet de la casa-, no reveló si esos sabores subterráneos se encuentran en todas las comidas, postres, verduras o unidades mínimas de la cocina. Sin embargo, deja sus dos primeras observaciones de sabores subterráneos. Para conocer, entrar realmente en la comida y degustar el elemento en cuestión, es recomendable focalizar el pensamiento hacia la sugerencia del día. Las primeras veces no descubrirá el sabor subterráneo, las segundas creerá que es una sugestión y la tercera (si se llega a este nivel) sabrá que era verdad, ya que podrá descubrir sabores subterráneos en comidas todavía no posteadas y contribuir con Los Fragmentos y el mundo palermense de la comida moleculear.


  • Helado de Dulce de Leche = Sabor Salado
  • Uva Verde (fría, sin semilla) = Sabor a Semen
Or Vuá!